La transición global hacia una economía baja en carbono está en marcha y, como resultado, se espera que la demanda de electricidad en países de todo el mundo aumente significativamente en los próximos años. Esto se debe a varios factores, incluida la creciente adopción de vehículos eléctricos, electrodomésticos, bombas de calor y la industria, el transporte y la agricultura electrificados. Además, el desarrollo de 5G, la automatización, el aprendizaje automático y la inteligencia artificial está provocando un aumento en la demanda de datos, lo que aumenta aún más la necesidad de electricidad, especialmente de energía limpia.

Las estadísticas demuestran la magnitud de este desafío. Entre 2010 y 2021, la tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del suministro mundial de electricidad fue del 2,53%. Según los planes anunciados por los principales países del mundo, se prevé que el suministro mundial de electricidad podría alcanzar los 36.370 TWh en 2030, con una tasa compuesta anual del 2,86%. Se espera que la generación de energía renovable represente el 53% de este suministro, alcanzando los 66.760TWh en 2050. Además, se estima que la energía renovable representará el 83% del suministro total de electricidad, lo que equivale a tres veces la cantidad generada en 2010.

La región de Asia y el Pacífico, liderada por China, está experimentando un crecimiento particularmente rápido en el suministro de energía. Para 2050, se prevé que el suministro general de electricidad en la región de Asia y el Pacífico alcance los 34.079 TWh, lo que representa el 51 % del total mundial, un aumento significativo en comparación con el total de 2010, que fue de 4,1 veces. Se espera que China por sí sola aporte 17.589 TWh, lo que representa el 26,3% del total mundial. Este crecimiento en el suministro de energía es indicativo de las crecientes necesidades energéticas de la región a medida que las economías se expanden y la electrificación se generaliza.

Uno de los desafíos clave asociados con la transición energética global es la naturaleza intermitente de las fuentes de energía renovables como la solar y la eólica. Sin almacenamiento de energía a escala de red, estas fuentes sólo pueden proporcionar energía de forma intermitente. Sin embargo, se espera que el costo del desarrollo de energías renovables siga disminuyendo, lo que hará que la energía solar y eólica sea más viable económicamente. Muchos países también están apoyando la inversión en generación de energía renovable a través de políticas y legislación. Por lo tanto, a medida que avance la transición, la energía solar y eólica aumentará gradualmente su participación en la combinación energética mundial, a expensas del carbón, el gas natural y las centrales nucleares que generan electricidad de forma continua.

Para abordar los desafíos de la transición energética, se necesitará una combinación de combustibles fósiles tradicionales, combustibles de transición como el gas natural y energía renovable. Además de la inversión en tecnología, infraestructura de transmisión y energía gestionable, habrá una demanda creciente de energía renovable tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. Este crecimiento está impulsado por los compromisos de descarbonización de varias naciones y las preocupaciones sobre la independencia y seguridad energética. Sin embargo, a medida que aumenta la proporción de energía renovable intermitente en la combinación de suministro global, particularmente en Europa y América del Norte, puede haber una mayor inestabilidad en la red y precios más volátiles.

Para mitigar esta inestabilidad, el almacenamiento en baterías a gran escala y la generación flexible serán cruciales. Estas tecnologías pueden ayudar a estabilizar el sistema eléctrico a diario y estacionalmente proporcionando energía de respaldo durante períodos de baja generación de energía renovable. Al diversificar la combinación de suministro de energía e integrar estas capacidades, la red puede garantizar mejor un suministro de energía consistente e ininterrumpido a los consumidores a precios más estables. Esto pone de relieve la importancia de invertir en almacenamiento de energía e infraestructura flexible de generación de energía para apoyar la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.

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